Necrópolis Olvidada de Libia

HERRAMÉLLURI & VELASCO

Libia: La mirada de Venus

El afincamiento de la población humana en Libia pudo producirse del siglo V a. de C. a bien entrada la edad media. Con ocasión de las primeras Jornadas Culturales de Herramélluri y al celebrarse el centenario del descubrimiento de LA VENUS DE HERRAMÉLLURI (1905-2005) el IER bajo la coordinación de Pedro Álvarez Clavijo, ha editado una aportación de distintos especialistas sobre aspectos relacionados con la Ciudad de Libia.

Nuestro agradecimiento a la aportación cultural. Animamos a los amantes de este tipo de lectura a que adquieran en el IER dicho libro y cuyo contenido añadimos a continuación: LIBIA EN LA ANTIGÜEDAD. Por respeto a quienes tanto han trabajado en dar a conocer la ciudad berona y romana de Libia, invitamos a que si estás enterado en los conocimientos de ésta, compres este libro. Merece la pena. Solamente adelantamos la aportación del único arqueólogo que ha realizado excavación a gran escala y por método tradicional: Don Alejandro Marcos Pous.

D. Alejandro Marcos Pous en las primeras jornadas culturales de Herramélluri, algunas pinceladas de su aportación.
Comenzaré indicando que mi primera visita a Herramélluri se produjo en el año 1965 con el fin de conocer la ubicación de la Ciudad de Libia. Así es que nos tenemos que retrotraer a hace cuarenta años.

Eran viajes desde Logroño, de ida y vuelta en el mismo día, que efectué solo o, algunas veces, acompañado por Rafael Puertas, profesor ayudante de la Universidad de Navarra. La base logística institucional residía en el Instituto de Estudios Riojanos con su Secretario y enseguida excelente amigo José María Lope Toledo. La Excelentísima Diputación, regida por don Rufino Briones, apoyó estas visitas proporcionando un vehículo o abonando los gastos del importe del viaje en autobús y sufragando alimentación en tascas o restaurantes de pueblos.

En una de las anteriores visitas a Herramélluri, la del 12 de agosto de 1965, tuvimos de cicerone, además de algún vecino, al culto sacerdote don Carmelo Tecedor, que había publicado un libro donde se dedicaban más de veinte páginas al yacimiento arqueológico de Libia (Tecedor 1961, 13-30 y 84-90).
Ya entonces me pareció que ese lugar ofrecía buenas oportunidades de provechoso trabajo arqueológico. Una primera ventaja como yacimiento urbano venía del inestimable hecho de no presentar edificaciones superpuestas a las antiguas, circunstancia que no se daba en otras poblaciones citadas por las fuentes escritas antiguas en la actual Rioja, como Gracurris, Calagurris, Vareia, Tritium.

El yacimiento, además, se presentaba topográficamente con una cierta uniformidad, a pesar de las pendientes, sin rupturas morfológicas de consideración. La extensión del viejo poblado oculto bajo el terreno quedaba bastante bien delimitada por los hallazgos arqueológicos, generalmente fragmentos cerámicos, según veíamos en la prospección superficial y según nos contaban. Conocíamos, asimismo, desde la publicación de don Francisco de Paula Salazar, algo de su cronología que por el testimonio de las moneadas recogidas correspondía por lo menos a la época tardorrepublicana romana y a toda la imperial. Don Francisco de Paula Salazar, fue alcalde mayor de Herramélluri y miembro de la “Casa Grande”, escribió el 10 de enero de 1859 una carta a la Real Academia de la Historia en la que narraba la ubicación de Libia y todos los restos arqueológicos que allí se localizaban.

El obtener dinero no nos resultó excesivamente difícil, en reunión personal con el entonces presidente de la Excelentísima Diputación riojana, D. Rufino Briones, argumentamos que era más caro asfaltar un kilómetro de carretera que el presupuesto que le estábamos presentando para las excavaciones la Ciudad de Libia. Mi opinión es que se quedó tan perplejo de nuestro inocente argumento que llamó a su asesor sobre temas económicos e infraestructuras y una vez comprobado que aquello que dijimos era cierto, dio el visto bueno a nuestro proyecto e ilusiones. Tengo que indicar que las carreteras de la zona: a Santo Domingo de la Calzada, Leiva, Treviana y Cuzcurrita terminaron de asfaltarse en la época de nuestros trabajos.

Algunos se preguntaban por el destino de sus tierras que poseían en la colina si se excavaba en ellas. Cultivaban allí entonces trigo, avena y algo de viña; una zona “el perdido” era incultivable y en ocasiones aparecía un pastor con sus ovejas que comían las yerbas de esa zona. La productividad de las tierras en estos terrenos resultaba escasa, aunque desde hacía unos años las cosechas iban mejorando pues, decían, que un servicio agrícola estatal les analizaba las distintas tierras y les aconsejaba el tratamiento y el tipo de cultivo. Por aquel entonces no existían los modernos sistemas de riego, cultivo y cosecha. Las tierras que eran ocupadas para excavación se pagaban a sus dueños un alquiler, pero la mayoría de las prospecciones una vez recuperado el material, eran tapadas, siempre hemos considerado que se conserva mejor pues si se deja al descubierto los materiales sufren el efecto erosión.

Pronto comenzaron nuestros trabajos y la rutina de quienes trabajaban con nosotros siempre fue la misma. Al principio de la excavación con el pico y la pala, y pasados los primeros 50 Cm con herramienta más precisa hasta que se terminaba con la brocha y el pincel.
Las conclusiones arqueológicas de nuestros trabajos han quedado reflejadas en diversas publicaciones realizadas por mí mismo o mis colaboradores incluso por otros estudiosos del tema y que ahora no es el momento de citar. Si pienso que es interesante anotar las conclusiones de nuestro primer año de trabajo y que fueron publicadas por el Instituto de Estudios Riojanos y que son trabajos del seminario de arqueología de la Universidad de Navarra referidos a la entonces provincia de Logroño. Decíamos entonces que a través de las excavaciones de 1966, Libia se nos presenta como una población celtibérica de origen preimperial que se romaniza lentamente. Tuvo su importancia regional pero no fue una capital suntuosa. No es comparable con Mérida, Tarragona, Itálica, etc., ni tampoco con Ampurias, Clunia, Astorga, Calahorra, etc., pero constituye una buena muestra de un tipo de ciudad hispanoromana muy corriente, una especie de cabeza de partido judicial actual. Quizás en esto radique su interés documental, si tenemos en cuenta que el arqueólogo que trabaja sobre temas romanos prefiere dedicar su atención a poblaciones, monumentos o villas de mayor vistosidad, y por ello carecemos de reconstrucciones de la vida de las ciudades menores.

Algunos indicios, que requieren más comprobaciones, parecen dar a entender que sufrió Libia una destrucción en la segunda mitad del siglo III d. de C. (¿a cargo de los franco-alemanes?) subsanada después. A las últimas épocas pertenecen unos muros más pobres y superficiales que se hallan sobre otros mejor construidos (los de mampostería entre pilastras); es la época de la sigilata tardía y –lo cito como curiosidad- de una cocina con dos hogares bajos apoyados en la pared (como muchos de los tradicionales hasta hace poco en el país). Libia era todavía a mediados del siglo V d. de C. una ciudad de un cierto peso en la región, como muestra la conocida carta del papa Hilario. Quizá, según supone algún autor, fue destruida por las campañas de Leovigildo en la segunda mitad del siglo VI. Ahora en el solar de Libia hay campos de cereales. Su abandono, ya en siglo VI o en otro tiempo, fue total. Parece que su nombre continúa en el de la actual y próxima población de Leiva, que se halla en el alfoz de la antigua capital de Libia (o Livia, en algunas fuentes). Herramélluri, más próxima al yacimiento, no heredó su nombre, heredó su orgullo y su afán luchador. En documentos medievales se citan varias viejas iglesias en el término de Herramélluri, de las que no quedan restos identificables; se ha dicho de una de ellas, Santa María de Levatorre, que su nombre (Levatorre) se hallaría situada en la zona de la antigua Libia aprovechando restos de sus ruinas, al respecto parece se han encontrado documentos del siglo XVI que justifican su asignación a Herramélluri, pero no solamente Levatorre, también San Mamés estuvo ubicado muy próximo a Levatorre, y por supuesto ambos situados en la zona de la antigua Libia y construidos aprovechando restos de sus ruinas.

Como conclusión a esta pequeña aportación quisiera animar a los jóvenes estudiantes, a los profesionales interesados en la arqueología y estudio de la historia, para que no olviden Libia. La Libia de los Berones y romanos que necesita se estudie profundamente. Para el Gobierno de La Rioja, la Universidad Riojana, el Ayuntamiento de Herramélluri y cualquier entidad privada interesada en la participación y en colaborar en una posible reanudación de excavaciones arqueológicas debe saber que los trabajos en Libia son los menos costosos y que mejores condiciones reúnen para estudiar tanto a los celtas-berones como a los romanos y ello por dos motivos: primeramente su coste puede ser inferior al de otras zonas riojanas, ya que estamos ante un terreno no urbanizable y en una pequeña parte perdido. Además es posible excavar, estudiar y volver a tapar para una mejor conservación, con la peculiaridad de que en la misma ciudad nos encontramos con la cultura berona y la romana; la misma Vareia ha quedado demostrado que la zona berona se encuentra en distinta orilla del río que la zona romana.