Vía Romana

HERRAMÉLLURI & VELASCO

Vía Romana

El Imperio Romano es el primero que se planteó la construcción de vías de comunicación que conectasen la capital con las provincias. Este instrumento de romanización permitió el control militar, el desarrollo comercial y el progreso de las poblaciones. Hablamos de grandes obras de ingeniería señalizadas con militarios, que son como nuestros puntos kilométricos y que se mencionan en un «mapa de carreteras» del siglo III denominado Itinerario de Antonino. También cuentan con mansiones, estaciones o paradas oficiales donde poder pernoctar y avituallarse, normalmente a una jornada de distancia entre si.

LA VÍA ROMANA EN LA RIOJA
La vía Romana de Italia a Hispania era un camino militar que, procedía de Miñán y vertebraba el norte peninsular hasta León.
En La Rioja discurría desde Alfaro hasta Tormantos, con un recorrido de unas 158 millas (unos 233’8 km). En origen, fue una vía militar construida por las legiones en época del emperador Augusto y que coincidía en su trazo con la Vía XXXII denominada Item ab Asturica Tarracone, que se ha interpretado como el «camino de vuelta». Los miliarios de Alfaro (6 d.C.) y Calahorra (7-9 d.C.) definen su ritmo constructivo.

Algunas mansiones riojanas de esta vía se identifican con importantes ciudades imperiales: Graccurris (Alfaro), Calagurris (Calahorra), Varia (Varea, Logroño), Tritium Magallum (Tricio) y Libia (Herramélluri-Leiva). El auge de estas ciudades hará que la vía adquiera también un importante uso comercial, especialmente desde Alfaro hasta Varea, al estar aquí el último puerto fluvial del río Ebro.

Tras la caída de Roma, la vía va adquiriendo nuevos usos: se emplea como vía pecuaria, como divisoria municipal, como primitiva ruta jacobea (hasta la consolidación del Camino Francés), como camino Real o como carretera. Las concentraciones parcelarias y la drástica transformación del territorio en el siglo XX harán que la vía desaparezca en muchos tramos.

TRAMO VILLALOBAR-TORMANTOS
Herramélluri
La vía Romana en este municipio posee un trazado seguro, aunque con restos conservados muy puntuales. Ariculaba la trama urbana de la ciudad de Libia -de los Berones-, que ya se cita las fuentes clásicas por Estrabón, Plinio y Ptolomeo, ubicada en torno al Cerro Piquillo. En el Itinerario de Antonio aparece como mansión entre Tritium (Tricio) y Segisamunclo (Cerezo de Río Tirón), a 18 y 7 millas de distancia, respectivamente.

Los restos de esta importante zona arqueológica son innumerables, relacionados tanto con la ocupación prerromana como de época imperial y tardoantigua, hasta al menos el siglo VI d.C. Antiguas campañas de excavación (1966-1968) pusieron de relieve una pequeña parte de la trama urbana y un evento de destrucción a mediados del siglo III d.C.

De especial interés son las fuentes epigráficas funerarias procedentes de las necrópolis de la antigua ciudad, a menudo asociadas a las vías de comunicación por la protección que ofrecían los dioses viales. También algunas estelas y otros elementos religiosos de gran interés, como un ara consagrada a Fortuna, o la célebre Venus, recuperada en 1905 durante las labores agrícolas.

De la ciudad imperial proceden también numerosos restos arquitectónicos, algunos suntuarios, como las pilas de mármol gallonadas de la iglesia San Esteban; o las columnas toscanas que adornan el jardín de la casa de los Salazar, entro otros.

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